jueves, 12 de noviembre de 2009

Nuestra galaxia se precipita vertiginosamente hacia un descomunal conglomerado cósmico de materia conocido también por los astrónomos como El Muro


Las galaxias visibles en la llamada
Zona de evasión, en dirección al Gran Atractor




En el universo nada está en reposo. Todo evoluciona y se mueve. La Luna gira en torno a nosotros, la Tierra orbita alrededor del Sol y éste alrededor del centro de la Vía Láctea, nuestra galaxia. El equilibrio que permite que existamos es fruto de la lucha entre dos tendencias que se contrarrestan: la gravedad, que atrae a la materia entre sí y deforma el espacio-tiempo, y la expansión del universo, que hace que todo se aleje de todo.

La Vía Láctea también se mueve y no vamos solos. El llamado Grupo Local -formado por nuestra galaxia, Andrómeda y otras treinta más pequeñas- viaja por el universo a una velocidad de unos 600 kilómetros por segundo, en dirección al cúmulo de Virgo. Esta velocidad representaba un interesante problema para los científicos. Teniendo en cuenta la masa de Virgo y la atracción gravitatoria que, según dicha masa, debería ejercer sobre nosotros, la velocidad de desplazamiento del Grupo Local no terminaba de cuadrar. Es decir, nos desplazábamos más rápido de lo que se esperaba.

¿Y qué es lo que atrae vertiginosamente al Grupo Local y, por ende, a nuestra Vía Láctea? Indudablemente, el cúmulo de Virgo, con más de 2.000 galaxias, ejerce un gran tirón gravitatorio sobre nosotros, pero no es el único foco de atracción. En 1986 un grupo de astrónomos propuso una teoría al respecto que formulaba la existencia de una descomunal concentración de materia, una inmensa pared que tiraría de multitud de galaxias, incluida la nuestra. Durante una rueda de prensa celebrada en 1987 en la Sociedad Americana de Física, Alan Dressler, uno de los siete científicos que descubrió esta superestructura -conocidos como los siete samuráis-, se refirió a ella como el "Gran Atractor", mientras gesticulaba ante numerosos periodistas intentando encontrar palabras que describiesen este descomunal conglomerado cósmico de materia.

Una superestructura casi invisible

El Gran Atractor o El Muro, como es conocido por los astrónomos, es una gran concentración de galaxias, una de las más grandes del universo. Se estima que está compuesto por varios miles de galaxias y se encuentra a una distancia de entre 150 y 250 millones de años luz.

El hecho de que los científicos no hubieran reparado antes en su imponente presencia se debe a que se sitúa muy cercano al plano de la Vía Láctea. El gas y el polvo estelar absorben y dispersan la luz, de manera que observar en esa dirección se hace casi imposible. Es la llamada zona de evasión, en la que, históricamente, los astrónomos han evitado realizar sus observaciones debido a la dificultad para obtener datos. "Resulta paradójico que sea nuestra propia galaxia uno de los mayores obstáculos para el estudio detallado de las estructuras a gran escala del universo", explica Carlos M. Gutiérrez, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias, quien asegura que esta absorción es tan intensa que por cada fotón de luz visible que nos llega, varios millones pueden ser bloqueados por ese gas y polvo, por lo que "es como intentar ver a través de una espesa niebla".

Pese a que tira de nosotros, nunca llegaremos a alcanzar al Gran Atractor porque la fuerza de expansión supera a la de la gravedad, es decir, nos alejamos mucho más rápido de lo que su gravedad nos atrae. Pero lo que en realidad preocupa a los astrónomos es la influencia que esta atracción pueda tener en el movimiento de la Vía Láctea y el Grupo Local de Galaxias.

Más allá de El Muro

Actualmente, no hay evidencias significativas de que a espaldas del Gran Atractor haya un movimiento similar de atracción hacia el mismo, lo que sugiere que el flujo en el que está inmerso el Grupo Local y que parece caer hacia esta superestructura es sólo una parte de un flujo mayor, causado por un centro de atracción aún más masivo que estaría más allá del Muro.

Siguiendo esta hipótesis, y según un estudio más reciente llamado CIZA (Cúmulos en la Zona de Evasión) basado en la búsqueda con rayos x, la Vía Láctea no estaría siendo atraída sólo por el Gran Atractor, sino por una región mucho más masiva que se encuentra tras él. Algunos científicos señalan que podría tratarse de la concentración de Shapley, una aglomeración de 17 cúmulos de galaxias a unos 490 millones de años luz en esa dirección, la estructura masiva más grande que se conoce (encabeza la lista de los 220 supercúmulos conocidos y se estima que es cuatro veces mayor que el Gran Atractor). No obstante, los astrónomos creen que podría haber algo todavía más masivo detrás de la concentración de Shapley, ya que ni ésta ni el Gran Atractor pueden explicar completamente el movimiento del Grupo Local, por lo que quizá haya que buscar una estructura aún mayor como responsable última de este movimiento.

Se espera que la nueva generación de telescopios, entre ellos el recién inaugurado Gran Telescopio Canarias, el futuro E-ELT (European Extremely Large Telescope), así como otros desde el espacio abran nuevas vías para el estudio de éste y otros enigmas planteados por la cosmología moderna. Pero con o sin ellos, una cosa está clara: y es que el universo siempre acaba sorprendiéndonos.


Fuente: El País

2 comentarios:

la costarricense, la capitana. dijo...

Nos sorprende el universo; quién quiere volverse loco explorándolo?Es verdad que es un jardín, donde las estrellas son las flores que adornan los corredores del Palacio celestial. No será la Torre de Babel y el creador,va a dejar que primero que se sorprenda y luego que se atormente, se confunda y se espante?.
No nos bastan los misterios que hay en la tierra. Me gusta su entusiasmo y este es un pensamiento sin ánimo de desanimar.
Un saludo desde America.

Achernar dijo...

Cuando pienso en la grandiosidad del Universo, todas esas galaxias, ese espacio infinito, la curvatura del universo, etc., etc., la cabeza me da vueltas. Hay cosas físicas que a veces nos parecen tan abstractas e incomprensibles para la mente humana que casi entran en el terreno de los misterioso, lo milgroso.


Abrazos