lunes, 25 de mayo de 2009

Regiomontanus y la reforma del calendario


Johann Regiomontanus, cuyo nombre verdadero fue Johann Müller de Königsberg (Regiomontanus es la versión latina del mismo Königsberg = "King's mountain"), nació el 6 Junio de 1436 en Königsberg, Arzobispado de Mainz (ahora Alemania).

A los 11 años ingresó a la Universidad de Leipzig y a los 16 se marchó a Viena en donde estudió con Georg von Peurbach. En 1461 fue nombrado profesor de astronomía en la Universidad de Viena, ocupando el puesto de su profesor y, en 1468, trabajó como astrónomo real del rey Matthias Corvinus de Hungría.

Regiomontanus realizó importantes contribuciones a la trigonometría y la astronomía. De hecho, se le considera como el iniciador de la trigonometría moderna. Su libro De Triangulis Omnimodis (1464) es un resumen sistemático de los métodos para estudiar los triángulos.

Gran conocedor de los textos griegos, y estudioso de Euclides y Ptolomeo, realizó una rigurosa traducción latina del Almagesto iniciada por su maestro Peuerbach, y expuso el sistema tolemaico en una obra titulada "Epitome in Almagestum", publicada en 1496.

Regiomontanus construyó un observatorio en Nuremberg en 1471, patrocinado por Bernard Walther. Fundó una imprenta en la que publicó uno de los primeros calendarios completos, con datos astronómicos, sobre las posiciones del Sol y de la Luna, eclipses y fiestas móviles. También construyó muchos instrumentos.

En Enero de 1472 realizó observaciones de un cometa el cual, 270 años después, fue descrito por Halley y acabó llevando su nombre, el cometa Halley. Regiomontanus observó eclipses de Luna, eclipses totales de Sol. como el de 3 Septiembre 1457, 3 de Julio de 1460 y 22 de Junio de 1461.

Estudió los movimientos de la Luna y describió un método para calcular la longitud de los mares con su observación, muchos años antes de que pudiera ser usada con la aparición de instrumentos para medir con precisión la posición lunar.

Escribió sobre la reforma del calendario en "Kalendarium and De Reformatione Kalendarii". Fue llamado por el Papa a Roma en 1475 para participar en la reforma del calendario y fue nombrado Obispo de Ratisbona. Pero murió antes de emprender el trabajo, aún no se sabe si a causa de un envenenamiento por parte de sus enemigos o si fue víctima de una plaga.

Murió el 8 Junio de1476 en Roma, Italia.


Fuente: AstroMía

La teoría de la sincronicidad


Carl G. Jung (1875-1961) enunció a mediados del siglo XX la llamada "teoría de la Sincronicidad", según la cual dos o más fenómenos pueden guardar entre sí una coincidencia significativa acausal, es decir, una conexión que no está basada en la relación causa/efecto ni, mucho menos, en la pura coincidencia. Así, un contenido mental cualquiera, surgido de forma voluntaria en nuestra psique, o producto de un sueño, puede encontrar un correlato significativo en el exterior, ya sea en forma de vivencia, acontecimiento, o bajo el disfraz de una persona, sin importar que la conozcamos o no.

Es probable que una conducta exterior, de alguien o de un grupo determinado de individuos, aquí en nuestro entorno o a miles de kilómetros de distancia, guarde una extraña interconexión con nuestro contenido mental, pero esa interconexión tendrá una especial relevancia significativa, cuyas consecuencias pueden cristalizar en algo que no se parezca en nada a la representación mental primigenia que se originó en nosotros.

El propio Jung recuerda en uno de sus escritos una experiencia que tuvo con una de sus pacientes, cuyo esposo murió de una afección cardíaca. Momentos antes del fallecimiento, una bandada de pájaros se posaba sobre el tejado de la vivienda familiar, como ocurriera antes con su madre y con su abuela, quienes, en efecto, habían muerto poco después de que se produjera dicho fenómeno. El científico (no debemos obviar esta palabra; Jung se inició en la Medicina y, como sabemos, dejó honda huella en el campo de la psicología clínica) recuerda otro caso de sincronicidad: en cierta ocasión, una de sus pacientes soñó que le regalaban un escarabajo dorado. Al día siguiente, la paciente contó a Jung su experiencia durante la sesión de terapia, y, durante el relato de su sueño, el médico suizo oyó cómo "algo" golpeaba en repetidas ocasiones los cristales de una de las ventanas de la sala.

Jung interrumpió momentáneamente a la paciente y se acercó a la ventana, y contempló con asombro a un escarabajo con tintes dorados, una "Cetonia Aurata", especie altamente infrecuente en el Centro de Europa (Jung era suizo, y fue allí donde llevó a cabo la mayor parte de sus investigaciones, así como esta sesión terapéutica en particular). Este escarabajo parecía, en palabras del psicólogo, que quería entrar en la habitación justo en el momento durante el cual la paciente contaba su experiencia onírica.

Este es, entre otros, el principio que sustenta la astrología psicológica. Cualquier fenómeno tiene una repercusión, un reflejo, en el escenario en que ese fenómeno tiene lugar. Un nacimiento, por ejemplo, "coincide" con un particular escenario cósmico, una peculiar disposición planetaria que refleja las cualidades y características psicológicas y familiares que dicho acontecimiento arrastra consigo desde muchas generaciones atrás.

Procedemos de un útero y de una persona con una peculiar trayectoria psicológica, quien, a su vez, procede de un tiempo determinado, vive en un tiempo determinado y ha vivido una serie de experiencias que la han condicionado y que la condicionaron durante la gestación y el propio nacimiento de su hijo. Los planetas (hablo de planetas porque estamos hablando de astrología) son los dispositores, en el cosmos, de todas esas energías.

Las posiciones planetarias constituyen un espejo de lo que somos, y ese espejo, además, lo refleja porque está nutrido de una idiosincrasia cultural establecida durante siglos. Si una persona nace cuando el Sol (representación de la identidad e individualidad) está en Sagitario, signo asociado con Júpiter, esa persona vendrá "equipada" con las características asociadas culturalmente a la palabra "Júpiter": grandeza (es el planeta mayor de nuestro Sistema Solar y el dios supremo del antiguo y mítico Olimpo), grandes ansias de libertad y dificultad de comprometerse con algo que pueda limitar esas ansias (como le pasaba a Júpiter en la mitología, famoso por sus infidelidades y siempre deseoso de probar cosas nuevas, pues suyo era el universo, aunque al final siempre volvía al lado de su esposa Juno), necesidad de creer en algo superior y que dé sentido a la existencia humana (Júpiter era el dios de los dioses, el que amparaba a los mortales y le daba finalidad a todo lo que estos hacían o sentían), etc.

La persona que nace con estas características no está condicionada por un astro que se llama Júpiter, sino con toda una cultura asociada con esa palabra, con toda una mitología que durante siglos trató de explicar la vida y la muerte, los sentimientos y pensamientos del hombre y que, con el tiempo, acabaron por convertirse en arquetipos psicológicos (Júpiter representa al viajero, al explorador y al actor principal de un drama que todos llevamos dentro, en mayor o menor medida; un Sagitario es más aventurero que un Capricornio, pero incluso este tiene en su carta astral a Júpiter y a Sagitario, a un viajero en potencia, oculto por una serie de condicionamientos familiares). Los astros no condicionan, sino que reflejan lo que somos y lo que hacemos. No influimos sobre ellos ni ellos sobre nosotros. Simplemente, nos relacionamos de forma significativa acausal, nos interconectamos en un momento determinado de una manera determinada. La sincronicidad tiñe todo lo que se mueve en el mundo y en el cosmos.


Fuente: Astrología Psicológica

El Sol y la figura paterna


Entre los dos y cuatro años, el individuo atraviesa lo que se ha dado en llamar la "fase anal". Esta fase constituye la lucha por la independencia, el proceso por el cual el niño trata de hacerse valer. La unión estrecha con la madre empieza a abrir paso a nuevas oportunidades que se extienden más allá del mundo que rodea a la figura materna, y, en consecuencia, más allá de la calidez del abrazo materno, al que, cada cierto tiempo, siempre tendemos a volver.

Durante este proceso, comienza también la época del enfrentamiento con la madre, la desobediencia a lo que manda mamá. En este sentido, el niño intuye que hay algo más que el calor de su madre, pero, cuando el mundo exterior, enorme y muy superior al diminuto ser que quiere ingresar en él, le amenaza y atormenta, se produce el inevitable retorno al mundo de seguridad y bienestar que representa su progenitora.

Es por ello que la figura del padre, el primer elemento con el que tropezamos en nuestro deambular por los extramuros de mamá, resulta de una importancia capital. Si el padre no está presente, por ejemplo, durante esta fase de búsqueda de independencia, la carencia de un modelo masculino que aliente al niño podrá determinar en él una importante inseguridad en la vida, ya que no ha encontrado a nadie que le ayude, que le preste armas para enfrentarse al mundo exterior. Si el padre resulta ser una figura restrictiva, autoritaria o dominante, el niño reforzará su expectativa innata de que hay algo en la vida que siempre se le va a imponer cada vez que el niño trate de hacerse valer ante los demás y ante sí mismo.

Ello podrá generar un problema con la autoridad, que puede resolverse en una sumisión total a los principios de autoridad que se le impongan desde el exterior, un constante retorno al refugio materno y a una dificultad para romper el cordón umbilical; o bien, en una actitud de rebeldía y desconfianza ante el mundo. El padre es el primer bastión del niño en su búsqueda de la identidad personal, y si el padre es problemático en algún sentido, la búsqueda puede resultar infructuosa, lo que obliga a un trabajo terapéutico regresivo para encontrar al padre "perdido", y, de esa forma, poder perdonarlo para así retomar aquella búsqueda que se vio truncada en los primeros años de la existencia.

Así, por ejemplo, un Sol sin aspectar, además de reflejar una incapacidad inconsciente para dar salida a la propia creatividad, simboliza en la carta astral una relación difusa con la figura paterna, sin soportes a los que la persona pueda agarrarse para su propia evolución (representada en los planetas restantes con los que podría formar aspectos). Si el Sol se encuentra en oposición con Saturno, por ejemplo, el individuo camina por la vida con la convicción de que todos sus impulsos de independencia y de autoafirmación personal se estrellan contra un muro de piedra, infranqueable, y la persona se siente impotente para afrontar los obstáculos, de la misma forma que se sintió cuando se alejaba de su madre y buscaba un modelo masculino exterior para autoafirmarse.

En realidad, quien se siente inseguro no es el hombre o mujer de 30 ó 40 años, sino el niño o niña de 3 años que sufrió el trauma de no encontrar el aporte necesario para llevar a buen término su proceso. Al tratarse de una oposición, hay que tener en cuenta también el mecanismo psicológico de la proyección: normalmente, el individuo toma partido por una de las dos energías, y atrae desde el exterior la reprimida. Si se opta por el Sol (sobre todo en los casos en los que el Sol se encuentra en un signo de fuego o en una casa de fuego, la I, la V o la IX), lo que se atrae desde fuera es el obstáculo, en forma de una autoridad que se esfuerza en destruir al individuo y de echar por tierra todos sus intentos por hacer de su vida algo diferente, o bien en forma de un destino que tachamos de injusto, porque siempre aborta nuestros esfuerzos.

Lo que hacemos en estos casos es rechazar inconscientemente al padre que nos frustró en su día, o temerlo, y hacemos todo lo que esté en nuestras manos para no volver a experimentar el sufrimiento de la infancia. Sin embargo, un signo de fuego, si seguimos con el ejemplo propuesto, debe seguir adelante y no consumirse en su propia frustración, por lo que su naturaleza le exigirá el constante enfrentamiento con su sombra, lo que más le repugna de sí mismo, o lo que más teme de sí mismo. Esta sombra es reflejo de lo que ahogamos en su día al enfrentarnos con papá. Revivimos en el momento presente aquella primera huida o aquel primer conflicto, o aquella primera decepción resultante del contacto primigenio con nuestro padre. El mundo representa una y otra vez el enfrentamiento inicial enmascarado en personas o situaciones (en el caso de las mujeres, situaciones más claramente perceptibles en las relaciones sentimentales) que inconscientemente repudiamos (si Saturno se halla en la casa VII, por ejemplo, repudiamos el control externo sobre nosotros, y lo atraemos en las relaciones en forma de parejas fiscalizadoras o restrictivas, que nos ponen trabas a nuestra libertad).

Ahora bien, si es Saturno por quien tomamos partido, nos identificamos con el deber y la responsabilidad, con los límites, ya que estos, al fin y al cabo, otorgan seguridad y la posibilidad de no volver a fracasar. Sacrificamos nuestro yo personal y nuestras posibilidades de autorrealización a cambio de una vida delimitada y convencional. Me quedo, entonces, con ese Saturno en VII y busco una pareja que me controle, alguien con quien vivir porque así está establecido socialmente, ya que sin ese control externo, yo no sobreviviré y caeré en el vacío. Pero al mismo tiempo vivo frustrado en esa autolimitación. Esta situación es errónea, porque el yo personal yace de forma potencial en nosotros y espera que le soplemos el hálito que necesita. Se trata, pues, de la misma situación en ambos casos, aunque la óptica es diferente.

Esto mismo se podría tratar con otros aspectos, aunque la idea que los recorre en el fondo es la misma: aquello con lo que no hago las paces en mí mismo aparecerá en el exterior como destino. Si opto por la no autorrealización que me pide el Sol, el obstáculo dominará mi vida en forma de acicate para superarlo y cumplir con mi misión solar. Como dice el viejo adagio: la energía sigue al pensamiento. Y la verdad es que esto suele ser verdad.

Fuente: Astrología Psicológica

Las subpersonalidades


"En cada uno de nosotros hay una multitud", decía el psicólogo Piero Ferrucci, y John Rowan afirmó que se puede hablar de una sociedad interna dentro del individuo, donde cada uno de sus miembros se comporta, piensa, siente y actúa de un modo diferente, acorde con una situación determinada. Nos comportamos de maneras muy diferentes en función de las circunstancias y personas que nos rodean, somos capaces de ser todo aquello que soñamos ser en unos campos de la vida concretos, como el trabajo, por ejemplo, y, sin embargo, carecemos de la capacidad de ser eso mismo tan perfecto en otras situaciones totalmente diferentes, como puede ser el área afectiva o sentimental, por citar otro ejemplo.

Rowan afirmó que se pueden detectar hasta 18 tipos diferentes de lo que denominó "subpersonalidades", aunque lo común es que en el individuo se hable de 4 ó 5 como norma general. La carta astral es también un indicador de las diferentes subpersonalidades que podemos albergar en nuestro interior. El trabajo a realizar es, primero, reconocer las subpersonalidades que hay en nosotros. Para ello, antes es preciso observar lo que hacemos, pensamos, sentimos y hacemos a lo largo del día, de acuerdo con las distintas escenas en las que nos encontremos. Solo el acto de la observación, desprovisto de cualquier juicio o de cualquier reacción subjetiva o emocional ante lo percibido es ya de por sí suficiente para empezar un trabajo terapéutico interior con cada una de las subpersonalidades, o personajes que adoptamos en función de situaciones concretas.

El siguiente paso sería fundir las distintas subpersonalidades, ya que cada una de ellas constituye un pequeño núcleo que parte de un archinúcleo principal, o mayor, que suele ser un arquetipo, y que, por lo general, en la carta astral, está representado por el Sol, la Luna y el Ascendente, que representan nuestra configuración personal, individual y de identidad primarias, primigenias. Cada subpersonalidad es un elemento relacionado con nuestro ser más profundo, pero que actúa con independencia de su núcleo vital en un área concreta de la vida.

Veamos un ejemplo. Supongamos que una persona tiene el Sol en Aries en cuadratura con la Luna en Cáncer. Cualquier cuadratura entre el Sol y la Luna marcan una tensión psicológica importante, ya que la tendencia a ir hacia adelante, avanzar, realizar nuestro proyecto de vida (el Sol), está reñida con el instinto de no moverse, de ir hacia atrás, de rumiarlo todo y dejar que pase el tiempo, de estar tumbado sin hacer nada. Sol en Aries y Luna en Cáncer reflejan esta disyuntiva: por un lado, Aries quiere ser el primero, hacerlo todo y llevar la iniciativa en cualquier empresa que aborde, pero Cáncer no se mueve, prefiere quedarse en casa y mascullar entre dientes antes que poner en acción algo.

Se produce un conflicto entre una energía progresiva (el Sol) y una energía regresiva (la Luna). De ahí que estas personas suelan padecer fuertes dolores de cabeza, problemas en la piel, o en la dentadura, que son símbolos orgánicos de la lucha por avanzar que se ve reprimida constantemente por el retorno al pasado y al acomodamiento, que evita cualquier posibilidad de sufrimiento. Cáncer rige también el estómago, órgano que suele salir también malparado de un conflicto psicológico de estas características.

Otro ejemplo: una persona con Marte en Géminis en el Ascendente, en sextil con Saturno en Virgo. Estamos ante alguien que tiene que conocer el mecanismo de algo a la perfección, que debe tenerlo todo atado y bien atado antes de emprender cualquier tipo de acción, que se viste adecuadamente para una entrevista de trabajo con el objetivo de conseguir lo que se propone. Cuidará constantemente su cuerpo, porque para esa persona es una herramienta de trabajo. Pero pensemos, por ejemplo, que esta misma persona tiene una conjunción Sol Neptuno. Si una etapa de su vida estuvo marcada por las características mencionadas antes, ahora, tal vez, se sienta más descuidada, deje su cuerpo más abandonado, desaliñado, al igual que su forma de vestir, y opte por el abandono, la apatía...


Estas son características más neptunianas. Es probable que estas dos subpersonalidades coexistan también en el individuo, y alternen en unas áreas de la vida concretas (es probable, por ejemplo, que si la conjunción Sol Neptuno se haya en la casa VII, la de la pareja, esa persona carezca en el ámbito sentimental de la energía que muestra en otras áreas, como el trabajo, representado en Saturno en Virgo en sextil con Marte). Pero, como hemos afirmado, también puede suceder que se sucedan una a la otra en la vida de una persona, lo cual estaría reflejado por los tránsitos: si Saturno aspecta la configuración Marte Saturno, será esta la subpersonalidad que domine al individuo durante un periodo determinado, en tanto que si es Neptuno, o cualquier transpersonal que aspecte la configuración Sol Neptuno, será el momento de mostrar apatía y abandono. Se trata, en suma, de analizar cómo es cada uno según en qué momento y según en qué época de su vida para adquirir una comprensión más profunda de lo que uno es en realidad. Hablaremos de esto más adelante con mayor profundidad.


Fuente: Astrología Psicológica

martes, 19 de mayo de 2009

Un esqueleto fósil de un primate europeo de 47 millones de años y que podría ser el “eslabón perdido“


Imagen del fósil de un primate de 47 millones de años de antigüedad mostrado hoy martes 19 de mayo de 2009 en Nueva York. Este fósil conocido como “Ida” es 20 veces más antiguo que la mayoría de los que se han usado como pruebas para demostrar la evolución humana. Los científicos sugieren que puede ser un antecesor del ser humano. Foto: EFE/JUSTIN LANE



Un esqueleto fósil de un primate europeo de 47 millones de años y que podría ser el “eslabón perdido“, según los científicos que lo encontraron en Alemania, fue presentado hoy en el Museo de Historia Natural de Nueva York.

La presentación estuvo a cargo del canal de televisión estadounidense History y de científicos del Instituto de Investigación Senckenberg de la Universidad de Oslo, y desde mañana la pieza se incorporará a la muestra que realiza esa institución neoyorquina sobre los mayores y menores mamíferos de la historia.

Es el más completo fósil de primate que nunca se ha encontrado. Se trata de una hembra joven, ‘Ida’, que podría revolucionar el entendimiento sobre la evolución humana“, explicaron los científicos que participaron en el acto.

Agregaron que podría ser “una especie transitoria que muestra características de una línea muy primitiva no humana, la de los prosimios parecidos a los lemures, pero que se relaciona con la evolución humana, la de los antropoides, que incluye a monos, simios y humanos”.


El alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg (2i), conversa con el paleontólogo noruego Jorn Hurum (3i), del Museo de Historia Natural de la Universidad de Oslo, frente al fósil de un primate de 47 millones de años de antigüedad mostrado hoy martes 19 de mayo de 2009 en Nueva York. Este fósil conocido como “Ida” es 20 veces más antiguo que la mayoría de los que se han usado como pruebas para demostrar la evolución humana. Los científicos sugieren que puede ser un antecesor del ser humano.Foto: EFE/JUSTIN LANE


Según los hallazgos científicos, el fósil se situaría “en la raíz de la evolución antropoide“, cuando los primates desarrollaron por primera vez características que después evolucionarían en las de la especie humana.

Durante los últimos dos años, un equipo de paleontólogos dirigidos por el científico noruego Jorn Hurum, de la Universidad de Oslo, realizaron los análisis forenses del 95 por ciento de “Ida”, de la que han estudiado su código genético.

Este espécimen es como encontrar el arca perdida para un arqueólogo“, dijo Hurum, mediante un comunicado de prensa distribuido en Nueva York, en el que señaló que “probablemente la fotografía de este fósil saldrá en todos los libros de texto de los próximos cien años“.

Por su parte, la directora general y vicepresidenta de History, Nancy Dubuc, se mostró satisfecha de la colaboración de la cadena de televisión con la comunidad científica y señaló que el programa se emitirá mostrando el descubrimiento la próxima semana.

Hurum encontró el fósil en una convención anual de paleontología que se celebra en la ciudad alemana de Hamburgo, y tras confirmar su autenticidad, procedió a una recaudación de fondos para adquirirlo para el museo de Historia Natural de Oslo.


El paleontólogo noruego Jorn Hurum, del Museo de Historia Natural de la Universidad de Oslo, proyecta una imagen del fósil de un primate de 47 millones de años de antigüedad mostrado hoy martes 19 de mayo de 2009 en Nueva York. Este fósil conocido como “Ida” es 20 veces más antiguo que la mayoría de los que se han usado como pruebas para demostrar la evolución humana. Los científicos sugieren que puede ser un antecesor del ser humano. Foto: EFE/JUSTIN LANE



El científico noruego seleccionó a varios científicos de diferentes países para realizar la investigación sobre “Ida“.

La antropóloga dental estadounidense Holly Smith, de la universidad de Michigan, señaló que es “el más bello fósil de primate que nunca he visto”, al tiempo que destacó la importancia de que se haya conservado el esqueleto completo.

“Es de lejos el fósil de primate más completo que se ha encontrado. Cuando se publiquen los resultados de nuestra investigación, tendrá el mismo efecto que si un asteroide chocase contra la Tierra“, indicó el paleontólogo alemán Jens Franzen.

Para su colega Philip Gingerich, el más destacado expertos en primates en Estados Unidos, este descubrimiento es “casi como la piedra Roseta porque vincula partes que nunca antes habíamos asociado“.


Fuente: EFE

miércoles, 13 de mayo de 2009

El Sol y la Luna en el mismo signo


No es un regalo del cielo tener el Sol y la Luna en el mismo signo, sobre todo si están en conjunción. La Luna simboliza un mecanismo regresivo que nos conduce a un estado de bienestar interno siempre que se desencadena una crisis que nos obliga a tomar decisiones de adulto, y que comprometen, además, la seguridad interior. Cualquier tránsito a la Luna despedaza un poco nuestra inercia, nuestra tendencia a ir siempre al regazo materno, tenga este la forma de dinero o casa estable y sólida (Tauro), o de burbuja infantil donde uno no tiene necesidad de expresar lo que siente, porque su madre ya lo sabe sin que tenga que decirlo (Cáncer).

El Sol, en cambio, representa el deseo de afirmación y de realización de la conciencia, despegada del mecanismo regresivo lunar. El Sol es como un héroe con una especial misión encomendada, y hasta que esa misión no se consume, la persona queda en el reino de las potencialidades y del infantilismo umbilical representado por la Luna. Cuando el Sol y la Luna están en conjunción, y en menor medida en el mismo signo pero con más de 10 grados de distancia, se apunta como interpretación clásica que la persona tiene considerables dificultades para abandonar el nido familiar, y en buena parte esto es así. Por lo general, el mecanismo regresivo suele superponerse al progresivo que representa el Sol, porque a la persona le resulta más cómodo y menos tensionante quedarse en casa, sin moverse, cuando una crisis se impone en la existencia y obliga a hacer cosas por iniciativa propia, sin contar con la ayuda de la madre.

A todos nos resulta más beneficioso no desestructurar nada, seguir haciendo lo mismo y buscar el contacto físico (Tauro), la dispersión y el hacer muchas cosas a la vez con el objeto de no vincularse en extremo con nada ni con nadie (Géminis), etc. Por ello, muchas personas sienten esta conjunción como una confusión, porque piensan que no pueden expresar conscientemente las habilidades representadas por su Sol; sólo son buenos con el lenguaje cuando están estresados y su mundo infantil de seguridad se siente amenazado (Géminis), o sólo son capaces de dar autosuficiencia a su vida, y dirigirla a pesar de los obstáculos cuando creen que van a perder el control de la situación (Capricornio). El Sol puede controlar por naturaleza, o puede dispresarse por naturaleza, porque es su manera de expresarse en la existencia y de hacer que su conciencia madure. La Luna, en cambio, no expresa evolución, sino estancamiento en un mecanismo de defensa. Por esta razón, la confusión suele ser notable en estos casos, y la persona tiende a permanecer en el hogar familiar, porque sólo al amparo del regazo y protección familiares la persona es capaz de desplegar su potencial.

La misión de estas personas es la de romper la fusión inconsciente entre lo que sabemos hacer porque eso nos distingue y nos hace especiales, y lo que necesitamos hacer para sobrevivir en este mundo de lobos. La Luna en signos de Agua suele tener más dificultades para romper esta fusión, y en general, para desidentificarse del mecanismo lunar en los casos en los que el Sol aparezca en otro signo, porque piensan que siempre vivirán en una burbuja donde nadie puede entrar, salvo su madre, porque ella no necesita explicaciones, sobre todo en el caso de la Luna en Cáncer. En los tres casos el individuo posee un santuario interior de sentimientos y emociones que no debe mancharse con el contacto con el exterior, y hacen de su entorno una prolongación de su casa y de sus raíces familiares en el trabajo o en la vida de pareja.

Esto varía en función del nivel de conciencia de la persona y de la preponderancia de elementos en la carta (a los signos de fuego les resulta más fácil luchar por la independencia y abandonar el nido, como norma general). Una vez que la persona distingue lo que hace por necesidad de lo que hace por naturaleza y esencia, la Luna puede desplegar su talento innato, según el signo donde esté emplazada: la Luna en Tauro es buena en materializar cosas; la Luna en Géminis es muy hábil en comunicarse; la Luna en Cáncer entiende y siente mejor que nadie las necesidades emocionales de los demás; la Luna en Escorpio es una madre de los sentimientos más oscuros de los demás, y por eso atrae con tanta frecuencia a gente complicada a su vida... Pero estas habilidades, para un Sol en conjunción con la Luna, sólo serán reales cuando el individuo tome conciencia y distancia con respecto a su mecanismo defensivo lunar. Darse cuenta de lo que hacemos cuando nos estresamos o sentimos que nuestro mundo conocido se desmorona, puede ser un paso importante hacia esta realidad.


Fuente: Astrología Psicológica

Saturno y los planetas transpersonales (I)


Los planetas transpersonales son los que simbolizan las fuerzas del inconsciente colectivo, es decir, aquellas energías que sacuden la conciencia y la sociedad establecida para introducir el cambio y evitar el estancamiento en la repetición mecánica, pero segura y estable, representada por Saturno. Urano es el correlato astrológico de la Mente Colectiva, de las ideas que recorren una estructura social determinada y le insuflan aires nuevos a todo lo que permanece siempre igual; Neptuno habla del Sentimiento Colectivo, es decir, de aquellas maneras de sentir y de hacer arte que serpean en la sociedad para voltearle el corazón; en tanto que Plutón se refiere a la fuerza bruta de la naturaleza que no puede contenerse en diques impuestos en aras del bienestar y de la seguridad, el tabú, el incesto, la Emoción primordial despojada de todo matiz civilizado. Sin embargo, la vida corriente en nuestro mundo necesita de un andamiaje que le permita anclarse y dar soporte a todo ese cúmulo de experiencias colectivas que de cuando en cuando socavan la conciencia universal, y ese amdamiaje procede de Saturno, el tamiz, el filtro a través del cual las Ideas, Sentimientos y Emociones Primitivas penetran en la sociedad y la hacen evolucionar. Sin ese filtro, que puede llamarse también Consciencia, el ser humano y las sociedades se verían abrumados por todo un mar arquetípico que nos representa, en nuestra más pura naturaleza, a cada uno de nosotros.

Por otra parte, sin la mediación de Saturno, sería imposible cristalizar en nuestro mundo conocido y civilizado las corrientes que brotan de la fuente divina para irrumpir en la conciencia de todos. Jung decía que una idea revolucionaria, innovadora, necesita un periodo de aproximadamente 80 años para asentarse de manera más o menos definitiva en la sociedad, porque el sentido común, la ley y la autoridad representadas por Saturno necesitan ese tiempo para hacer suya, sin conflictos y sin problemas, esa nueva idea. La idea nace, pero el grupo social se rebela, porque esa idea contraviene de manera evidente los principios establecidos, pero tras un periodo de tiempo, esa idea ya se ha hecho un hueco, ha sido comprendida por la razón, otro de los atributos de Saturno. Curiosamente, el ciclo de Urano, la Idea Colectiva, comprende 84 años, aunque Jung, claro está, desconocía este detalle...

Las personas que tienen aspectos importantes en su carta natal entre Saturno y los planetas transpersonales son, de algún modo, canales a través del cual la novedad puede imponerse en la sociedad. Alguien que tenga el Sol en conjunción con Urano, por ejemplo, se caracteriza por hacer de su vida un cúmulo de excentricidades, que no soporta la atadura de Saturno y que necesita introducir en su existencia el camnbio para no sentirse ahogado por aquello que siempre es lo mismo. Sin embargo, la conjunción Urano Saturno no se conforma con ir contracorriente, sino que debe hacer algo con todas aquellas ideas que capta del inconsciente colectivo, y darles forma para que la sociedad pueda beneficiarse de ello.

Sol Urano es un reformador de su propia vida y del entorno que le rodea, mientras que Saturno Urano es un reformador social, un medium entre lo colectivo y lo individual. Este puede ser uno de los motivos de que muchas personas con contactos entre Saturno y los transpersonales hayan tenido una infancia un tanto peculiar, en la que se les consideraba bichos raros y no solían ser bien vistos por el grupo de compañeros, sobre todo si esos contactos son cuadraturas, oposiciones o conjunciones, como es el caso propuesto. Si la conjunción Urano Saturno se da en Tauro, por citar un caso, la persona será portadora de un hervidero de ideas caracterizador de toda una generación, cuya clave estará en introducir cambios en la forma de disfrutar de la vida, de los placeres, de los valores sociales, es decir, de aquellos valores que la sociedad considera básicos para cimentar una "buena salud erótica y sensual".

A un nivel más profundo y personal, una conjunción Urano Saturno en Tauro puede plantear algún que otro problema para el nativo. Saturno en Tauro tiene miedo de perder la estabilidad material, se agarra a la materia porque tiene un miedo inconsciente de perder aquello que le permita desenvolverse físicamente en el mundo. Es lógico que este es un miedo universal, pero en estos casos, los nacidos bajo el tránsito de Saturno en Tauro participan de la necesidad de afianzar la vida sobre bases reales, y esas bases reales suelen ser la posesión de un buen trabajo que dé sueldo fijo, una casa en propiedad, una esposa que espere en casa... aunque el logro de estas necesidades dependerá en buena medida de la configuración de la carta natal.

Por tanto, y dado que uno de los significados de Saturno alude a la figura paterna, se impone en un grupo generacional relativamente amplio la necesidad de incorporar la estabilidad como base para el desarrollo social, para el intercambio y el reconocimiento a nivel social y público, en suma, para su valoración ante los ojos de los demás. Pero Urano es impredecible, todo lo contrario que Saturno. La tensión psicológica que puede experimentar una persona con una conjunción Urano Saturno es evidentemente importante, aunque en parte poco puede hacer para contrarrestarla, debido a la necesidad saturnina de controlarlo todo y a la tendencia uraniana de desbaratarlo todo. La persona, la conciencia, tiende polarizarse porque le cuesta unificar (bien y mal, justicia e injusticia) y, por lo general, toma partido por uno de los elementos implicados en un aspecto astrológico.

Normalmente toma partido por Saturno y no reconoce a Urano, por lo que se verá expuesta a los envites del cambio, a la inestabilidad, porque Urano en Tauro significa revolución en los valores, pero ambién la concienciación de que los valores se tienen que caer de cuando en cuando. De esta forma, una persona con esta conjunción suele pasar importantes crisis a nivel material, pérdidas económicas, porque no acepta, por su lado saturnino, que el cambio pueda dirigir su existencia. Aunque también puede ser que opte por Urano, y desprecie a Saturno, y no le dé importancia al dinero y sea protagonista de escenas poco gratas en una fiesta gozando a su manera de los placeres eróticos. Todo dependerá del resto de la carta, pero estas personas suelen moverse en estos polos,porque su función vital y de autorrealización es la de comprender que el cambio va anejo a su discurrir por la vida. No obstante, este aspecto suele producir temperamentos irritables y poco dados a cooperar y a aceptar el principio de la renovación (en función, insisto, del resto del tema).

Tauro puede ser muy cruel cuando no se respetan sus necesidades. Si recordamos el mito de Urano y Saturno, este último castró a su padre para evitar que aquel, horrorizado por la imperfección de sus hijos con Gaia, siguiese devorando a su progenie. Uno de los resultados de dicha castración fue el nacimiento de Venus. Es decir, la armonía, la cooperación, el tacto, la diplomacia. Esta es, sin duda, una de las mejores armas que tiene un aspecto Urano Saturno para introducir sus ideas renovadoras en la sociedad y para aceptar que esa misma renovación que quiere para los demás ha de formar parte, asímismo, de su propia esencia.


Fuente: Astrología Psicológica