lunes, 27 de octubre de 2008

Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta. Una indagación sobre los valores



Robert Maynard Pirsig

Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta. Una indagación sobre los valores, del filósofo norteamericano Robert M. Pirsig es un maravilloso libro iniciático, de esa clase de libros de culto que leí apenas hace poco más de década que de cuando en cuando releo en época estival y aún hoy me sigue cautivando.

Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta es un libro inclasificable, que engañan por su título [no es propiamente un tratado de Budismo, aunque tiene cierta inspiración zen, ni un manual de mantenimiento de motocicletas, aunque tenga algunas pistas, ni una exactamente una novela, aunque lo parezca], un título que, intuyo, viene dado por la ola de libros titulados "Zen y..." que se publicaron en los contraculturales años 60' y 70' marcados por la contestación "anti-sistema", el movimiento hippie, Vietnam, la psicodelia y la influyente obra californiana del filósofo inglés Alan Watts, títulos que en realidad heredaron su prefijo de la estupenda obra de introducción al Budismo Zen [esta sí] Zen en el arte del tiro con arco, del filósofo alemán Eugen Herrigel, posiblemente uno de los primeros occidentales que junto con el mencionado Alan Watts mejor entendieron y practicaron Zen.

Por supuesto esta obra de Robert M. Pirsig tampoco es una obra de pensamiento sistémico en el sentido estricto, pero sí lo es desde una perspectiva de iniciación. Por ello Robert M. Pirsig fue citado unos post más abajo [The Systems Approach de West Churchman] como uno de mis autores preferidos, pioneros en el pensamiento sistémico, aunque posiblemente él jamás aceptaría esta "etiqueta".

Publicada en Estados Unidos en 1974 [en España veinte años más tarde], donde se sitúa la historia, narra el viaje en motocicleta de la costa este a la costa oeste, de un padre [el mismo] y su hijo [Chris, al que llama Fedro, en honor a la obra de Platón, Fedro o de la Belleza]. Hay quien ve en esta obra un tratado de Filosofía, de Moral, de Educación, de Estética, de Diseño y hasta de Metafísica de la Calidad o de la Calidad Transcendente. Es posible. Es una obra polimórfica, que ha inspirado a mucha gente y no deja de sorprender así pasen los años.

A medio camino entre la novela y el ensayo, es un tutti fruti de ideas y reflexiones, con destacados apartados sistémicos mezclados con el eje narrativo principal del viaje en motocicleta de un padre y su hijo. Os dejo con algunos pasajes típicamente sistémicos y unas reflexiones zen sobre la calidad muy en línea con la idea de la emergencia sistémica que traté en otro post [Experimento de Miller. Emergencia sistémica] y que seguramente a Robert M. Pirsig no le habría costado firmar algo así: la calidad de un sistema es una propiedad emergente no reducible a sus componentes. No sé a vosotros, pero siempre pienso en esta idea de calidad cuando veo un partido de fútbol pésimamente jugado por jugadores galácticos, excelentes o muy buenos individualmente, pero incapaces de ofrecer un juego de calidad en su conjunto. ¿Tomarán nota de esto los entrenadores y clubes de fútbol? [seguramente sí lo saben, pero la inercia organizacional y el incentivo económico-mediático asociado a disponer de jugadores-estrella les impide salir del sistema de mercadeo galáctico. ¿Y si los jugadores-estrella no ofrecen calidad de juego como equipo? pues no problem, la respuesta de los clubs será siempre la misma: ¡¡esto es un problema del entrenador, no de la racionalidad subyacente del sistema de mercadeo galáctico!!]. Volveré más adelante con esta idea sistémica utilizando el fútbol como metáfora de la no-reductibilidad de las propiedades sistémicas. Lo dicho, os dejo con Robert M. Pirsig.

"Cuando el pensamiento analítico -el cuchillo- es aplicado a la experiencia, siempre hay algo a lo que se le da muerte en el proceso. Esto es cosa entendida en las artes. Mark Twain, después de haber reunido los conocimientos suficientes como para pilotear una embarcación en el Mississippi, descubrió que el río había perdido su belleza".

"Los instrumentos de precisión están destinados a conseguir una idea, la precisión dimensional, cuya perfección es imposible. No hay parte de la motocicleta cuya forma sea perfecta, y nunca la habrá, pero cuando se llega tan cerca como lo permiten estos instrumentos, ocurren cosas notables, y uno echa a volar a través de la campiña impulsado por una fuerza a la que cabría llamar mágica si no fuese tan completamente racional en todos los aspectos. Lo fundamental es la comprensión de esta idea intelectual racional. John contempla la moto y ve acero en diversas formas, experimenta sentimientos negativos respecto a estas formas del acero, y prescinde de todo el asunto. Yo contemplo ahora las formas del acero y veo ideas. El cree que trabajo sobre partes, pero yo trabajo sobre conceptos."

"Hablaba ayer de estos conceptos cuando dije que una motocicleta puede ser dividida según sus componentes y según sus funciones. Y cuando dije que los componentes pueden subdividirse en un conjunto energético y un conjunto de marcha, aparecieron repentinamente nuevos conceptos. Y cada vez que establecía una ulterior división, surgían más conceptos basados en estas divisiones, hasta que tuve una gran pirámide de conceptos. Finalmente, mientras dividía la moto en piezas cada vez más pequeñas, estaba construyendo también una estructura."

"Hay otras muchas clases de estructuras tales como causas que producen largas estructuras en cadena de la forma: "A causa B que causa C que cauda D" y así sucesivamente. Una descripción funcional de la motocicleta esta estructura. Éstas se encuentran normalmente relacionadas entre sí según pautas y directrices tan complejas que nadie puede entender más de una pequeña parte de ellas en toda su vida. El nombre general de estas estructuras interrelacionadas es sistema. La motocicleta es un sistema. Un verdadero sistema."

"Hablar de ciertas instituciones del gobierno y del establishment como "el sistema" es hablar correctamente, puesto que tales organizaciones se fundan en las mismas relaciones conceptuales que una motocicleta. Son sustentadas por relaciones estructurales incluso cuando han perdido todo otro significado y propósito. La gente llega a la fábrica y efectúa una tarea totalmente carente de significado desde las ocho hasta las cinco, sin preguntar por qué exige la estructura que las cosas sean así. No hay en ello un villano, no hay "el malo" deseoso de que ellos vivan estas existencias sin significado; se trata, tan sólo, de que el sistema lo exige y nadie quiere asumir la formidable misión de cambiar la estructura sólo porque carece de significado."

"Pero arrasar una fábrica, rebelarse contra un gobierno o abstenerse de reparar una moto porque es un sistema, es atacar a los efectos más bien que a las causas, y mientras el ataque se realice tan sólo contra los efectos, ningún cambio es posible. El verdadero sistema, el real sistema, es nuestra actual construcción del propio pensamiento sistémico, de la propia racionalidad, y si una fábrica es destruida pero se deja en pie la racionalidad que ella producía, entonces esta racionalidad producirá, simplemente, otra fábrica. Si una revolución destruye un gobierno, pero las pautas sistémicas de pensamiento que producía ese gobierno se dejan intactas, entonces tales pautas se repetirán en el gobierno subsiguiente. Se habla tanto del sistema y se le comprende tan poco..."

"La calidad es una experiencia directa independiente y anterior a las abstracciones intelectuales."

"Calidad no es ni mente ni materia, sino una tercera entidad independiente de las otras dos..., aun cuando la calidad no pueda definirse, usted sabe bien que es."

"¿Y qué es bueno, Fedro, Y qué no lo es?... ¿Necesitamos pedirle a alguien que nos diga estas cosas?."

Para saber más: Robert M. Pirsig Bio y Robert M. Pirsig en Wikipedia
Fuente: Pensamiento Sistémico
http://jmonzo.blogspot.com/2007/09/zen-motocicletas-y-sistmica.html



En busca de la excelencia

Querer mejorar y aprender de los mejores son los dos principios básicos.

Jaime Nubiola

Para algunas personas de mi generación hay pocos libros que hayan afectado tan profundamente a sus vidas como el que Robert Pirsig publicó en 1974 con el extraño título Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta. Se trata de un libro —quizá poco conocido en nuestro país—emblemático para los herederos de la generación hippy norteamericana. Su protagonista emprende un viaje con una enorme moto y con su hijo Chris como paquete cruzando los EEUU por carreteras secundarias en busca de su propia identidad tras la muerte de su esposa. A pesar de su sorprendente título, esta singular novela da mucho que pensar. Las largas jornadas sobre la moto estimulan el pensamiento creativo de quien no se contenta con respuestas fáciles. A partir de la reflexión sobre la mecánica de la motocicleta, el protagonista pasa a la ciencia y de ahí a la historia de la filosofía mientras recupera vericuetos perdidos de su memoria. Al final, la pregunta decisiva es qué es la calidad, y ésa es muchas veces también la pregunta clave.

En los últimos años se ha creado en el ámbito académico una agencia nacional de evaluación de la calidad que pretende ayudar al crecimiento de la calidad de las instituciones universitarias españolas mediante la exigencia de unos requisitos formales relativos a las enseñanzas, al profesorado y a todos aquellos procesos que pueden medirse con relativa facilidad. No dudo de que ese esfuerzo pueda dar algún fruto, pero soy del todo escéptico en cuanto a que en su conjunto logre un incremento de la calidad de las universidades españolas que las sitúe realmente en un horizonte internacional competitivo. La calidad tiene que ver con la creatividad inteligente proseguida con tenacidad y flexibilidad.

Como me decía el avezado bodeguero y enólogo navarro Ricardo Guelbenzu a propósito del vino, “la más alta calidad jamás es fruto del azar”. Un vino de verdadera calidad requiere muchísimo trabajo desde la uva en la vid hasta su consumo. Los avatares meteorológicos tendrán su importancia; también los procesos de prensado y de fermentación y las cubas para su almacenamiento. A la postre todo es importante y nada puede ser dejado al azar. Los pequeños detalles al final son muy importantes, pues el azar tiende más bien a rebajar la calidad. De ahí que muchas veces se avance en la calidad mediante controles que posibilitan el desecho de los productos defectuosos, pero de suyo el control sólo no crea calidad.

¿Cómo lograr calidad en un proceso cualquiera? No es fácil determinar cómo puede acrecentarse la calidad de una cosecha o de una marca de vino determinada. Lo primero es estar empeñado en mejorar la calidad del producto y lo segundo, más importante, es intentar aprender de aquellos otros que han conseguido mejores resultados que nosotros. Querer mejorar y aprender de los mejores son los dos principios básicos.

Quizá la pregunta realmente decisiva es qué podemos hacer para incrementar la calidad de nuestra vida. No me refiero sólo a la mejora de las condiciones materiales de nuestra existencia, sino sobre todo a que nuestra vida cobre más calidad, adquiera mayor sentido, esté más llena de luz, de color, de sonrisas, cariños y satisfacciones. Me parece luminoso recordar con Saint-Exupéry que la calidad de una vida está en función de la calidad de los vínculos afectivos libremente elegidos. Son el amor y la amistad los que nos salvan a todos literalmente la vida, porque nos ayudan a mejorar aprendiendo de aquéllos a quienes queremos.

Jaime Nubiola es profesor de Filosofía en la Universidad de Navarra.

Fuente:

http://www.negocios.com/16-03-2008+busca_excelencia,columna_0img,3,4,15042


"Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta" se consigue en inglés, en varias partes, en este enlace:
http://www.virtualschool.edu/mon/Quality/PirsigZen/index.html

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Citando y extractando dos de las ideas que me parecen más fundamentales, a propósito de tu comentario:

"Cuando el pensamiento analítico -el cuchillo- es aplicado a la experiencia, siempre hay algo a lo que se le da muerte en el proceso. Esto es cosa entendida en las artes".

Y otra:

"El verdadero sistema, el real sistema, es nuestra actual construcción del propio pensamiento sistémico, de la propia racionalidad, y si una fábrica es destruida pero se deja en pie la racionalidad que ella producía, entonces esta racionalidad producirá, simplemente, otra fábrica".

Por cierto que la racionalidad y toda su operatividad, su escala de valores, es absolutamente necesaria... Pero aislada en sí misma, incosciente de una comprensión holística del universo, puede ser letal. No alcanza más allá de lo que su propia naturaleza le permite ver. Y en este orden de cosas (y nunca mejor dicho: un orden no creativo, puramente mental), se retroalimenta a sí misma.., sin percibir el Todo sino cada una de las partes, y así, llegando a conclusiones que pueden ser racionales.., pero quizá no reales, no verdaderas, hablando en términos de una verdad Absoluta que, si bien es cierto que sabemos o intuimos que existe, nunca podremos apresar completamente.

Por cierto, como menciona este señor catedrático navarro de la última cita, a Saint-Exupéry, tengo pendiente leerme "El Principito". Le cogí manía hace tiempo, por una cuestión más bien sentimental, y ya es hora de que me deje de zarandajas y actúe en consecuencia. ¡Me lo voy a leer! ;-)

Me quedo con su última frase para una reflexión personal:

"Son el amor y la amistad los que nos salvan a todos literalmente la vida, porque nos ayudan a mejorar aprendiendo de aquéllos a quienes queremos".

¡Soberbio en su sencillez!

Besotes!

Andrómeda.

Achernar dijo...

Hola, Andrómeda:

Interesante comentario. Yo encuentro cierto paralelismo entre algunos aspectos del pensamiento de Pirsig y la autopoiesis (Humberto Maturana y Francisco Varela), aunque por más que le doy vueltas a la autopoiesis (una original y atractiva teoría) me parece demasiado mecanicista el enfoque de Maturana, y sólo se refire a la organización de los sistemas vivos.

De Pirsig me atrae que en algunos de sus renglones se refiere a la existencia de un "alma", por ejemplo, en una ciudad, algo que podríamos equiparar a los egregores. Entendiendo al egregor en este caso como un alma grupal, un arquetipo que dirige el destino de una comunidad.

Saludos

Achernar