29 de septiembre de 1935
74. El señor K. S. N. Iyer dijo que no estaba convencido de cómo la vida espiritual podía conciliarse con las actividades mundanas. Para responder a esto, el Maestro citó algunos versos del Yoga Vasishta. (Se dice que el original consta de millones de versos, de los que sólo 32.000 estrofas se encuentran ahora en el texto sánscrito. Fue condensado en 6.000, y llamado Laghu Vasishta. Este último ha sido traducido al tamil en 2.050 estrofas.)
D.: El trabajo no puede realizarse satisfactoriamente sin que la mente se concentre en él. ¿Cómo habrá que disponer espiritualmente a la mente y seguir también con el trabajo?
M.: La mente es sólo una proyección del Sí mismo, que aparece en el estado de vigilia. En el sueño profundo, usted no dice de quién es hijo ni nada de eso. Tan pronto como se despierta, usted dice que es Fulano de Tal, y reconoce el mundo y demás. El mundo es sólo lokah. Lokah = lokyate iti lokah (lo que se percibe es el mundo). Lo que se ve es lokah o el mundo. ¿Cuál es el ojo que lo ve? Eso es el ego que surge y se sumerge periódicamente. Pero usted existe siempre. Por consiguiente, Eso que está más allá del ego es la Consciencia —el Sí mismo.
En el sueño profundo, la mente está sumergida, no está destruida. Eso que se sumerge, reaparece. Esto también puede ocurrir en la meditación. Pero la mente que es destruida no puede reaparecer. La meta del yogi debe ser destruirla y no sumergirla en laya. En la paz de dhyana sobreviene laya, pero eso no es suficiente. Debe complementarse con otras prácticas para destruir a la mente. Algunas personas han entrado en samadhi con un pensamiento fútil y después de mucho tiempo han despertado con el mismo pensamiento. Entretanto, han desaparecido generaciones en el mundo. Ese yogi no ha destruido su mente. Su destrucción es el no reconocimiento de ésta como parte del Sí mismo. Incluso ahora la mente no es. Reconózcalo. ¿Cómo puede usted hacerlo si no es en las actividades cotidianas? Éstas prosiguen automáticamente. Sepa que la mente que las promueve no es real, sino un fantasma que procede del Sí mismo. Así es como es destruida la mente.
Ramana Maharshi nació en una aldea llamada Tirucculi, cerca de Madurai, en el sur de la India. Cuando nació se le llamó Venkataraman. Su padre murió cuando tenía doce años y se fue a vivir con su tío a Madurai, donde asistió brevemente al instituto American Mission (Misión estadounidense). Sin embargo pronto empezó a pensar en la religión y la mística hindú.
A los dieciséis años, oyó a alguien mencionar Arunachala. Aunque él no sabía el significado de la palabra (es el nombre de una colina sagrada asociada a la divinidad hindú Shiva) significaba algo para él. Por aquel entonces se hizo con una copia del Periyapuranam de Sekkilar, un libro que describe las vidas de los santos shaivitas (adoradores del dios Shivá) y quedó fascinado. A mediados de 1896 (a los 17 años), fue súbitamente abordado por el sentimiento de que iba a morir. Se tumbó en el suelo, convencido de su muerte, retuvo la respiración y se dijo: «Mi cuerpo está muerto, pero yo aún vivo». En este intenso sentimiento espiritual, se dio cuenta de que él no era el cuerpo.
Sus enseñanzas
Ramana Maharshi enseñó un método llamado autoindagación, en el que el buscador focaliza su atención continuamente en el "pensamiento yo", con el fin de encontrar su origen. Al principio esto requiere esfuerzo, pero finalmente algo más profundo que el ego surge y la mente se disuelve en el Ser Supremo.
Sri Ramana Maharshi es reconocido como un maestro hindú de la corriente de pensamiento védico advaita vedanta, y tuvo muchos seguidores en India y en el exterior. Su sistema de creencias se basa en la visión del «ser verdadero», en el que cada ser humano es la realidad última y suprema, el propio Brahman. Lo que impediría al ser humano darse cuenta de esto es el ahankara (‘el sonido «yo»’), o la convicción de que realmente es el cuerpo y la mente, y por extensión, sus actividades en este mundo. Por tanto, este ego debe ser destruido para darse cuenta de la verdad; esto sirve para iniciar la búsqueda, pero de hecho no hay que darse cuenta de la verdad, pues la verdad ya forma parte del ser. Sólo hay que apartar el velo que la oculta.
De manera sencilla, nos pide retroceder a la fuente de donde surge todo pensamiento para preguntarnos a nosotros mismos "¿A quién sobreviene este pensamiento?". La respuesta debería ser obvia: "A mí"; tras esto la pregunta es "¿Y quién soy yo?". Esto sólo puede ser contestado con negaciones como no soy el cuerpo, no soy la comida que como, no soy el cerebro... De esta manera uno devuelve el "pensamiento yo" a su origen. La fuente es lo que podría llamarse Dios, o el Sí Mismo Supremo; según Ramana Maharshi, "permanecer en silencio".
Muchos autores occidentales, incluido el filósofo estadounidense Ken Wilber, han sido influenciados por el pensamiento no dual de Ramana Maharshi. Paul Brunton fue otro autor occidental impresionado por Ramana Maharshi. Escribió sus experiencias estando en Arunachala en un libro llamado A Search in Secret India (Una búsqueda en la India oculta). Este fue uno de los primeros libros que llevó a Ramana Maharshi a ser conocido en el mundo occidental. Brunton escribió: «Nunca fracaso al enterarme de la misteriosa atmósfera del lugar. Disfruto de una tranquilidad inefable sólo por sentarme un rato en las cercanías de Maharshi».
http://es.wikipedia.org/wiki/Bhagavan_Sri_Ramana_Maharshi
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