La unidad y la separación
El efecto disolvente que tiene sobre las fronteras un tránsito de Neptuno puede intensificar nuestra conciencia de la unidad de todas las formas de vida y aumentar nuestra capacidad de empatía y nuestro sentimiento de estar conectados con todo lo que existe. No es fácil captar la idea de la unidad esencial de toda vida, y es más difícil aún para los que, en la sociedad occidental, hemos sido concienzudamente educados en la creencia de que “yo” termino en un lugar y “tú” comienzas en otro… en lo que Alan Watts llama la realidad del “yo-aquí-dentro” frente al “tú-ahí-fuera”. Sin embargo, los místicos, tanto en Oriente como en Occidente, han hablado siempre de otra dimensión de la realidad, en la que nada existe aisladamente. Los budistas tiene un dicho, “Todo en uno y uno en Todo”, una idea de la que se hace eco el Maestro Eckhart, un místico cristiano del siglo XIII que escribió: “Todo lo que el hombre tiene aquí externamente en la multiplicidad es intrínsicamente Uno”. Aunque en la superficie “yo” pueda parecer diferente de “tú”, y una mesa no sea lo mismo que una silla, en nuestros niveles más profundos todos compartimos la misma cualidad básica: somos Seres o Entidades. Neptuno simboliza la necesidad de disolver un sentimiento rígido de individualidad y separación para redescubrir la unidad subyacente en toda vida y conectarnos con ella.
Algunos físico del siglo XX han llegado a la conclusión de que estas revelaciones místicas sobre la unidad esencial de la vida no están vacías de verdad científica. Los físicos del siglo XIX veían el universo como una colección de partes diferentes, cada una de ellas separada y aislada de las otras en el espacio y el tiempo. A partir de este supuesto midieron, definieron y numeraron todos los fragmentos y piezas cuya totalidad formaba el universo. Pensaban que podían rotularlos y colocarlos en el lugar que les correspondía. Pero con el advenimiento de métodos e instrumentos científicos más avanzados, sólo fue cuestión de tiempo que los físicos se toparan con los problemas inherentes en el viejo concepto newtoniano del mundo como máquina o mecanismo hecho de partes separadas y desarmable como un reloj.
El problema empezó cuando los científicos se pusieron a investigar la naturaleza de las partículas subatómicas, ultramicroscópicas, que constituye el átomo. Con gran asombro, descubrieron que no podían localizar específicamente el electrón en el tiempo ni en el espacio. Si las partículas que lo constituyen se negaban a dejarse situar en un único lugar, ¿cómo se podía decir que el átomo fuera concreto o mensurable? Y si el átomo no se comportaba como una entidad aparte, ¿cómo se podía definir como separados o aislados entre sí a personas u objetos que están constituidos por átomos?
Aquello que antes se consideraba una única partícula aislada, ahora se veía más bien como una pauta ondulatoria que se difundía infinitamente a través del universo, en todas direcciones. Richard Prosser, un físico británico, cree que estas ondas se anulan recíprocamente, salvo en una única región, pequeñísima, que es donde se halla la partícula. “Todo está en cierto sentido en todas partes, pero sólo aparece o se manifiesta en un punto determinado.” Otro científico británico, David Bohm, tiene la teoría de que el universo debe ser entendido como “un único todo indiviso en el cual las partes separadas e independientes no tienen un status fundamental.”
El psicólogo transpersonal Ken Wilber resume brevemente los resultados de los principales adelantos de la física en el siglo XX.
En pocas palabras, los físicos cuánticos descubrieron que ya no se podía considerar la realidad como un complejo de cosas y demarcaciones diferentes, sino más bien, lo que en ocasiones se pensó que eran “cosas” limitadas resultaban ser aspectos recíprocamente entretejidos. Por alguna extraña razón, parecía como si cada cosa y cada acontecimiento del universo estuvieran interconectados con las demás cosas y acontecimientos del universo. El mundo, el territorio de lo real, empezó a parecerse no ya a una colección de bolas de billar, sino a un solo y gigantesco campo universal, lo que Whitehead llamó el “entretejido sin costuras del universo.”
Incluso la física está, por tanto, reafirmando una intuición que hasta hace poco sólo se atribuía a los místicos y a los artistas: que en el nivel más profundo de nuestra existencia estamos todos interconectados.
Neptuno representa aquella parte de nosotros que, en el corazón mismo de nuestro ser, está ávida de disolver las fronteras y las divisiones que nos impiden tener la vivencia de nuestra unidad esencial con el resto de la vida. Para poder hacerlo tenemos que renunciar hasta cierto punto a nuestro ego, es decir, a nuestro sentimiento de ser un “yo” aparte. En sus tránsitos, Neptuno puede aportarnos el tipo de vivencias espirituales o experiencias cumbre mediante las cuales llegamos a trascender momentáneamente nuestra realidad normal de “yo-aquí-dentro” opuesta a “tú-ahí-fuera”, y a tener atisbos de aquella parte de nosotros que es universal e ilimitada. Cuando Neptuno está activo en nuestra carta, estos súbitos avances en la conciencia pueden producirse espontáneamente, en cualquier parte y en cualquier momento, aunque con frecuencia van asociados con ciertos sentimientos o actividades: momentos de serena comunión con la naturaleza, escuchando música, meditando ya sea a solas o en grupo, y otros semejantes.
El deseo de expansión y de crecimiento espiritual está siempre dentro de nosotros, pero hay ciertos períodos en la vida en los cuales se activa con más fuerza. Bajo la influencia de los tránsitos de Neptuno, la necesidad religiosa o mística puede ser movilizada por una insatisfacción o una disconformidad creciente con nuestra vida y nuestros logros actuales; quizás hayamos tenido un éxito financiero o social admirable, y sin embargo nos descubrimos pensando: “Bueno, ¿y qué? ¿Esto es todo?” Vacíos pese a haber conseguido cosas y logros externos, quizá nos encontremos con que la atención se vuelve hacia adentro y buscamos ahora el significado y la realización en el mundo interior del espíritu. Los gurus o los grupos religiosos pueden guiarnos en este viaje interior, pero –como nos lo recuerda el poeta Kabir- incluso ellos pueden ser una trampa si no andamos con cuidado:
Me río cuando oigo decir que los peces en el agua tienen sed.
No entendéis que lo más vivo de todo está dentro de vuestra propia casa;
Y por eso vais con aire confuso de una a otra de las ciudades santas.
Kabir os dirá la verdad: no importa a dónde vayáis, si a Calcuta o al Tibet.
¡Si no podéis encontrar dónde se oculta vuestra alma,
para vosotros el mundo nunca llegará a ser real!
Tomado de “Los dioses del cambio”
Howard Sasportas
7 comentarios:
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hola como estas, muchas gracias por enlazarme acabo de hacer lo mismo ya estas en mi blog. espero que sigamos en contacto.
un abraso Alejandro
Tubideos.com
Alejandro:
Estupendo. Gracias, Alejandro.
Achernar
Saludos
tienes un blog curioso ehh!!
bueno nada.. pasando por aqui, un saludo desde www.vainas809.com
Vainas809
Hola que tal va todo? La entrada interesante y de gran contenido que tomo nota. Te dejo un abrazoo grande!
saluditos
Beatriz
Hola, Beatriz:
Me complace que te agrade el texto sobre Neptuno. Todavía me falta transcribir algo más. Ese libro no se consigue gratis en la red y los textos que subo debo transcribirlos de una fotocopia de dicho libro que poseo.
Es sumamente esclarecedor todo lo referente a la posición por casa de los planetas transaturninos, Urano, Neptuno y Plutón, y más esclarecedora aún la influencia de sus tránsitos.
Saludos
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