Bajo la influencia de estos tránsitos encontraremos a Neptuno en el dominio del amor y de las relaciones, en problemas que tienen que ver con la expresión creadora y en los cambios que se producen en nuestro sistema de valores.
Neptuno disuelve los límites, y cuando forma cualquier ángulo por tránsito con nuestro Venus natal, el deseo de perdernos en otra persona se vuelve más fuerte. Aunque tengamos ya una relación de pareja, en este momento podemos enamorarnos perdidamente. Es posible que el nuevo ser amado se nos muestre como la respuesta a todos nuestros sueños románticos; es alguien que nos arrebata y nos promete las llaves del cielo. Pero Neptuno en tránsito también trae consigo una tendencia a idealizar y a no ver con claridad lo que tenemos delante. En el caso de Venus, hay muchas probabilidades de que no tengamos una visión realista de las otras personas: estamos tan fascinados por lo que tienen de bueno y por lo bien que nos hacen sentir, que pasamos por alto otras características suyas que pueden ser más problemáticas para nosotros, o les restamos importancia. Bajo la influencia de cualquier tránsito Neptuno-Venus es probable que nos casemos o que iniciemos una relación de pareja, convencidos de que nos dará la felicidad eterna, pero que no tardemos en descubrir que no todo es tan bonito como parecía al principio. Aunque nunca es agradable que nos hagan descender de esta manera a la tierra, por lo menos ahora podemos percibir con más claridad los verdaderos problemas que necesitamos afrontar para conseguir que la relación funcione. Incluso si él no es el Príncipe Azul o si ella está muy lejos de ser la diosa que nos pareció al principio, quizá todavía veamos a la otra persona como alguien lo bastante valioso para que hagamos el esfuerzo de establecer la relación sobre bases más sólidas.
Sin embargo, a medida que el tránsito pasa es probable que nos encontremos con que la situación es imposible: todo era un sueño, y estaba destinado a disiparse. Hasta puede ser que aprendamos algo de la experiencia (además de tener presente que hemos de ser más cuidadosos la próxima vez) La lección potencial es profunda, y se refiere a que abandonemos la idea de que en alguna parte hay alguien que llegará a nosotros para convertirse en la madre (o el padre) perfecta que tuvimos –o que no tuvimos- de niños. Los tránsitos Neptuno-Venus nos empujan a buscar nuestra totalidad perdida (la unidad oceánica o urobórica que sentíamos en el útero y durante los primeros meses de vida) por mediación del amor romántico, pero demuestran también que en último término no es posible recuperar nuestro primitivo paraíso perdido merced a las acciones externas de otra persona. Por más maravilloso que sea el ser amado, no siempre nos irá como anillo al dedo, e inevitablemente habrá cosas en las que nos sentiremos decepcionados. Las cumbres a donde ascendemos y los abismos en que nos precipitamos durante estos tránsitos nos enseñan, en última instancia, una verdad muy profunda: esa totalidad que todos anhelamos sólo podemos hallarla en nuestro propio interior.
Howard Sasportas
"Los dioses del cambio"
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